Sobrevive en el bosque te lanza a lo salvaje con nada más que un hacha y un anillo de árboles. Tu misión es simple: sobrevivir. Sin marcadores de misión, sin consejos amistosos, solo madera, clima y fuerza de voluntad. Comienzas con la corteza bajo tus uñas y un plan formándose. Los árboles se convierten en troncos, los troncos en muros, los muros en el refugio que te mantiene en pie. Cada golpe tiene peso; cada tabla se siente merecida. El hacha muerde, el bosque responde. Hay dos escenarios: día y noche. El día abre el dosel, te permite explorar, acumular recursos y expandir tu campamento. La noche lo aprieta todo: la visión se reduce, los sonidos se intensifican, el tiempo se estira; tu pequeño refugio de repente se siente muy, muy importante. Te adaptas, leyendo la línea de árboles y apoyándote en lo que tienes cerca: ramas caídas, troncos robustos, un claro limpio para establecer tu base. No tienes mucho, pero tienes lo suficiente. Toma tu hacha y juega ya.